Multimillonarios viven su distopía, mientras resto de EU colapsa: Bernie Sanders

El comunicador Alan Barroso ha publicado en sus redes sociales de Facebook y Youtube una traducción y análisis de un video del senador Bernie Sanders, a quien describe como “la mayor pesadilla de Donald Trump en los Estados Unidos”.

El material de Sanders, que ya ha acumulado más de un millón de vistas, expone la cruda realidad de la economía estadounidense. La denuncia central del senador demócrata se enfoca en el surgimiento de “dos Américas muy separadas y distintas“.

Mientras que una América, dice Sanders, está reservada para la clase multimillonaria, donde las personas más ricas se vuelven “obscenamente más ricas” con una codicia y opulencia que hace que la Época Dorada parezca modesta; la segunda América, habitada por la gran mayoría, lucha día a día para asegurar las necesidades básicas como la alimentación, la vivienda, la salud y la educación.

La verdad sencilla, concluye el senador demócrata por Vermont, es que nunca en la historia de Estados Unidos tan pocas personas habían acumulado tanta riqueza y poder, al mismo tiempo que tantos estadounidenses viven en la desesperación económica.

La elite

Elon Musk, el hombre más rico del mundo con un patrimonio neto que supera los 480 mil millones de dólares, posee más riqueza que el 52 por ciento de los hogares estadounidenses. Además, se ha propuesto un paquete salarial de un billón de dólares por parte de la directiva de Tesla.

Por su parte, Jeff Bezos, con una fortuna de 240 mil millones, gastó 55 millones en su boda, donde obsequió a su esposa un anillo valorado en 5 millones de dólares. Mark Zuckerberg, con un patrimonio de 262 mil millones, ha invertido 270 millones para crear una finca en Hawái de 100 hectáreas que incluye un búnker subterráneo de 5 mil pies.

Asimismo, Larry Ellison, cuya fortuna asciende a 370 mil millones de dólares, es dueño de una isla privada en Hawái y una flota de aviones. Juntos, solo estos cuatro hombres poseen más de 1.3 billones de dólares. En general, el 1 por ciento más rico del país ahora posee más riqueza que el 90 por ciento más pobre de la población.

Esta élite vive en un mundo completamente alejado del común de los estadounidenses; no experimentan atascos ni viajan en metros abarrotados, ya que se desplazan en jets privados y helicópteros, y no enfrentan una crisis de vivienda, pues viven en mansiones y envían a sus hijos a las escuelas privadas más elitistas, llegando algunos a gastar millones volando al espacio en sus propios cohetes.

Esta concentración de poder impulsa una “secesión de los ricos,” donde estos poderosos deciden “independizarse directamente de la propia sociedad” .

En lugar de pensar en un contrato social, como el que existió después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las tasas impositivas para los ultraricos alcanzaban hasta el 90 por ciento, estos multimillonarios invierten en búnkers y medidas de seguridad en islas privadas, preparándose para el “colapso” de una sociedad cuyos problemas ellos mismos ayudaron a generar con su avaricia extrema.

El colapso

En la América de la mayoría, la economía no solo está rota, sino que se está desmoronando en muchos aspectos. A pesar de un aumento masivo en la productividad, el salario semanal real del trabajador promedio es hoy más bajo que hace más de 52 años.

El sistema disfuncional tiene graves repercusiones en las necesidades básicas de la población. Los alquileres promedio se han duplicado desde el año 2000, y más de 20 millones de hogares gastan más del 50 por ciento de sus ingresos limitados en el pago de alquiler o hipoteca.

En el ámbito de la salud, más de 85 millones de estadounidenses no tienen seguro médico o tienen un seguro insuficiente. La incapacidad de pagar las facturas sanitarias es citada como el principal motivo de la ruina económica en Estados Unidos.

Además, la educación universitaria es inasequible para millones de personas, y casi la mitad de los trabajadores mayores carecen de ahorros para la jubilación, sin tener idea de cómo podrán retirarse con un mínimo de dignidad.

El analista critica que líderes como Donald Trump desvían la atención de este problema fundamental de concentración de la riqueza, culpando al inmigrante, al pobre o a países extranjeros como México y China, siendo él mismo responsable como parte de la élite multimillonaria que no ha repartido la riqueza acumulada.

Concluye que la humanidad se encuentra en un momento fundacional, donde la falta de división de poderes dentro de las megacorporaciones, a diferencia de los estados democráticos, define un futuro en el que estas empresas podrían volverse supermáximas y autoritarias, llevando a una distopía.