El odio no nos detendrá; migrantes, ¡no se dejen abusar! Es hora de la denuncia unida

Mi gente linda y trabajadora, soy Carolina Juárez, y hoy necesito hablarles con el corazón en la mano sobre la grave situación que estamos viviendo.

Lamento no haber estado más presente últimamente; he estado fuera de casa muchas horas, fajándome como la mayoría de ustedes. Pero aún en la distancia, no dejo de escuchar sus historias, y la realidad que enfrentamos aquí en Estados Unidos es crítica. Hay algo que quiero dejarles claro: ¡No están solos y no pueden tener miedo!

Estamos viviendo un clima de odio y racismo que, hay que decirlo con todas sus letras, está siendo alimentado desde la cúspide del poder. Tenemos un presidente que, con sus dictámenes y su hostilidad, está dando cuerda a patrones abusivos y autoridades sin escrúpulos para pisotear a nuestra gente.

La peligrosa realidad de las cortes

Me duele profundamente saber que muchos de ustedes tienen miedo de ir a la corte, incluso por un simple ticket de tránsito. Tienen razón de temer, porque la corte se ha convertido en un sitio donde es fácil que nos agarren para deportarnos y destruir a nuestras familias.

Hemos visto cómo jueces que no se prestaban a esta persecución fueron destituidos. ¿Por qué? Porque les ordenaron “echar abajo” todos los casos a favor de la gente de color y los latinos, solo para manchar nuestro historial y tener la excusa para sacarnos del país. Esto no es casualidad; es una estrategia para jodernos la vida.

¡Alza la voz!

Pero el abuso no se queda en los tribunales. Lo vemos en los trabajos. Me han contado de patrones desgraciados que, sabiendo que no tienes papeles, te exigen el mejor trabajo y luego se niegan a pagar. Encima, te amenazan con llamar a los agentes si intentas cobrar lo que ganaste con el sudor de tu frente. ¡Eso es una extorsión!

También está el caso de nuestro compañero de Placita Olvera, cuyo negocio de años lo quieren arrancar de tajo para rentarlo al doble o al triple, sin importar su historia ni su arraigo. No es justo que a la gente que ha construido su vida aquí, que lleva 50 años en este país, la traten como si no valiera nada.

Mi súplica: ¡denuncien!

Mi gente, no podemos permitir que se salgan con la suya. El miedo es lo que ellos esperan.

Mi consejo es firme: ¡Denuncien!

Si un patrón abusivo o un arrendador sinvergüenza los amenaza o se niega a pagar, llamen al 911. Tengan pruebas: mensajes, videos, grabaciones. Si unos trabajadores que fueron amenazados por su patrona por querer cobrar pudieron llamar a la policía y lograron que se llevaran a la abusiva en esposas, nosotros también podemos.

Si callamos, esa gente abusiva seguirá repitiendo el mismo maltrato con otra persona, y podemos evitar que una víctima inocente corra con peor suerte. Si necesitan apoyo, si no saben cómo hacerlo, localícenme. Yo los puedo guiar y ponerlos en contacto con las autoridades correctas.

No dejemos que el odio infundado por ese hombre nos separe. Si el pueblo se une, incluso el que está hasta arriba en la cúspide puede caer. Luchemos por nuestra dignidad. Cuídense, pero no se dejen.