Ciudad de México. El Secretario de Estado de los Estados Unidos de América, Marco Rubio, inició el pasado 2 de septiembre una visita a México de tres días para reunirse con la Presidenta, Claudia Sheinbaum, en Palacio Nacional; con el canciller mexicano Juan Ramón de la Fuente, así como sostener un encuentro con empleados y familiares de la Embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México.
La agenda de Rubio en México cerró con una cena en honor al presidente del Instituto Nacional Italiano de Física Nuclear, el profesor Antonio Socoli y aunque el propósito no fue divulgado, el perfil de los asistentes hace suponer que se trataron temas de interés científico y estratégico, como la cooperación en tecnología nuclear para fines pacíficos, la no proliferación de armas nucleares y la seguridad energética.
Cabe destacar que el funcionario estadunidense ha mostrado un interés reciente en la cooperación nuclear, reuniéndose previamente con el director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, para reiterar el apoyo de Estados Unidos a esta organización en la promoción del uso pacífico de la tecnología nuclear y la prevención de la proliferación de armas nucleares.
Tono inusual en un “halcón”
Marco Rubio, conocido por su postura de “halcón” y su rol en la aplicación de medidas coercitivas contra gobiernos de izquierda en América Latina, manejó un tono inusualmente conciliador, contrastando marcadamente con su posterior paso por Ecuador.
Esta dicotomía en su discurso y acciones resalta las cambiantes dinámicas en la relación entre Estados Unidos y la región, hicieron notar analistas del Instituto Nacional de Formación Politica de Morena.
Esta fue su cuarta visita a América Latina, que incluyó a México como socio estratégico por su cercanía geográfica y ser el principal socio comercial de Estados Unidos y se esperaba que Rubio ejerciera presión en temas de migración y combate al crimen organizado.
Sin embargo, al finalizar su reunión con la presidenta Claudia Sheinbaum y el canciller Juan Ramón de la Fuente, el discurso de Rubio se tornó en elogios hacia la cooperación mexicana. Afirmó que “jamás en la historia de ambos países ha habido el nivel de cooperación que existe en este momento”, la cual respeta “la integridad, la soberanía de ambos países”. Incluso, el propio Rubio reconoció la corresponsabilidad de Estados Unidos en el tráfico de armas que llegan a los cárteles en México.
La presidenta Sheinbaum subrayó que la cooperación bilateral se basa en principios de reciprocidad, respeto a la soberanía e integridad territorial, responsabilidad compartida y diferenciada, y confianza mutua.
En su Primer Informe de Gobierno, la Presidenta destacó los avances en seguridad, como la reducción del 50 por en cruces detectados de fentanilo de México a Estados Unidos, y hasta un 70 por ciento si se compara abril de 2023 con abril de 2025, además de la disminución de homicidios.
Estos logros, junto con el desarrollo de la soberanía económica, alimentaria y energética de México, le otorgan al país una posición de negociación distinta y más fuerte frente a Estados Unidos. La postura del país es de cooperación sin subordinación, viéndose como iguales, sin que un país se sienta superior al otro.
Este enfoque de “cooperación, no subordinación” fue defendido firmemente por el gobierno mexicano, a pesar de que la derecha en México ha tratado de sembrar narrativas de “pleitesía” a Estados Unidos o de que se debían abandonar principios de política exterior como la no intervención y la autodeterminación.
La capacidad de México para diversificar sus relaciones comerciales y la búsqueda de acuerdos con Brasil y la Unión Europea, así como la anunciada visita del primer ministro de Canadá, también pueden interpretarse como reflejos de esta autonomía.
Otro Rubio en Ecuador
El contraste fue notorio al considerar la visita de Rubio a Ecuador, donde adoptó un tono más tradicionalmente injerencista. Allí, designó a grupos como “Los Choneros” y “Los Lobos” como “narcoterroristas” y anunció una “ayuda económica” de 13.5 millones de dólares para combatir el narcotráfico.
Este planteamiento fue visto con preocupación, ya que se compara con el “Plan Colombia” o la “Iniciativa Mérida” en México, políticas que, en lugar de reducir la violencia y el tráfico de drogas, se correlacionaron con un aumento de homicidios y del tráfico de estupefacientes y armas. Se interpreta como un intento de afianzar intereses estadounidenses y de “administrar” a países considerados como “neocolonias”.
La trayectoria de Marco Rubio es bien conocida; no es un personaje “amigable”, sino que proviene de los sectores ultraconservadores de Estados Unidos que impulsan la injerencia en la región, especialmente contra gobiernos como Cuba y Venezuela.
La posición, en palabras del propio Rubio hace dos años, es vulnerable pues admitió que “en sólo 5 años no podremos dictar nada a nadie con sanciones” debido a la reconfiguración de las alianzas comerciales globales, lo que subraya la decadencia de la hegemonía estadounidense y la emergencia de un mundo multipolar.
En este escenario, la capacidad de México para negociar desde una posición de fuerza, defendiendo su soberanía y principios, representa un cambio significativo en las relaciones bilaterales y regionales. Si bien no se deben “echar campanas al vuelo” ni minimizar las presiones, estos gestos diplomáticos de respeto, que antes no ocurrían, son una señal de la nueva correlación de fuerzas.

Iniciativa periodística impulsada a principios de 2024 por periodistas, comunicadores y lìderes sociales, en su mayor parte mexicanos residentes en Estados Unidos.

