Tras una hipotética victoria en las elecciones de 2024 con un margen que afirmamos con toda certeza que es “insuficientemente épico”, el Presidente Donald Trump, el “Tigre Dorado” o “César del spray de bronceador”, ahora adopta la postura de “mártir acorralado”.

Su obsesión en este momento es convertir Washington D.C. en su “feudo personal”, bajo la excusa de un “caos inventado que solo él puede resolver”.

Este enfoque, que evoca la “operación leyenda” de 2020, se intensifica con planes para “federalizar milicias para su espectáculo personal”, lo que se considera un “manual del caudillo tramposo”. A pesar de su triunfo, sus declaraciones de que “todo está infestado” reflejan un “síndrome de impostor y su hambre de poder absoluto”.

La narrativa del “mártir” fue reforzada por el incidente en Pennsylvania, que transformó “balas en propaganda”, posando como un “Rambo de salón” y logrando que su “maquinaria” vendiera “reliquias del atentado divino”. El mensaje implícito a sus seguidores fue: “Casi muero por ustedes. Ahora denme los poderes de emperador”.

Para consolidar su control sobre la capital, Trump ha buscado alianzas con gobernadores afines, como el de Texas, “el mini Mussolini Abot”, y el de Florida, “De Santis el inmóvil”. Estos líderes “besan su anillo a cambio de futuros indultos”.

El acuerdo incluye el envío de la Guardia Nacional a Washington “solo para su seguridad”, lo que en los hechos es una “ironía letal”. Simultáneamente, ha tildado a los gobernadores demócratas de “traidores del orden”.

El objetivo es claro “secuestrar la seguridad de la capital” usando el eslogan “Solo yo detengo el caos”, una “mentira más grande que sus promesas de salud pública”.

Las demandas incluyen el control total de cámaras, patrullas y drones con su efigie, e incluso se han elaborado “bocetos de tanquetas Trump marca registrada”. Sus aliados mediáticos, los “cuervos del click”, amplifican la narrativa de que “Sin el líder dorado Washington arde”. Sus “sicarios legales” están trabajando para “desmontar frenos constitucionales” bajo la justificación de una “emergencia que obviamente él mismo fabricó”.

La reacción de la oposición demócrata, descrita como el “gabinete de la modorra crónica”, ha sido percibida como ineficaz, limitándose a “comisiones investigadoras y llamados a la cordura”, sin un plan concreto o una movilización real, lo que configura el “síndrome del opositor decorativo”.

Es momento de advertir “tres verdades tóxicas”: que el poder no sacia sino que inflama, que ningún salvador da seguridad, y que cuando se grita “¡Solo Yo puedo arreglarlo!”, se suele estar “rompiéndolo todo”.

Trump no busca proteger Washington, sino “devorar sus instituciones para su mitomanía”, alertando que detrás de “el líder fuerte que promete orden siempre acecha la sombra del autogolpe”.

El “antídoto” propuesto ante esta situación es la organización popular, la memoria histórica y la resistencia inteligente.

Verified by ExactMetrics