Los Ángeles, California. En un emotivo encuentro que congregó a trabajadores esenciales del campo y aliados, diversas voces se alzaron para denunciar la criminalización, el acoso y las inhumanas condiciones que enfrentan los migrantes en Estados Unidos, haciendo un urgente llamado a la acción colectiva.
En la conferencia de prensa, realizada en la Plaza Olvera de Los Ángles, se subrayó la grave situación caracterizada por detenciones masivas, violaciones de derechos humanos y la pérdida de vidas, como la del trabajador Jaime Alanís.
La Resistencia de Alberta
“¡Huelga por Dignidad!” gritó Alberta Cardona Galindo, hija de un trabajador agrícola al participar con una conmovedoras intervención, en la que honró la memoria de sus padres y el legado de los campesinos. Criticó duramente cómo aquellos a quienes antes se les llamó “trabajadores esenciales” durante la pandemia, ahora son tildados de “terroristas”.
Alberta enfatizó que los migrantes son seres humanos que aportan miles de millones de dólares a la economía del país, trabajando “de sol a sol” y que, sin ellos, no habría comida en las mesas. Hizo un llamado directo al presidente Donald Trump para que detenga las deportaciones y la persecución de la comunidad.
Con una voz llena de convicción, Alberta extendió su mensaje a la comunidad afroamericana, recordándoles que esta situación afecta a todos, compartiendo ejemplos de niños cuyos padres han sido detenidos y el miedo que se vive en las escuelas. Visiblemente afectada, lamentó que la gente haya votado por “ese monstruo”, (el presidente Trump), y afirmó que tienen “sangre en sus manos” quienes lo hicieron. Su intervención culminó con un rotundo grito de “¡Huelga por dignidad!”, subrayando que han pagado el “derecho de piso con sangre, sudor y lágrimas”, por lo que es justo que se les otorgue la legalización.
La intervención de Alberta formó parte de otros valientes testimonios y mensajes de solidaridad:
- Xochitl Núñez, campesina, expresó la profunda tristeza y el miedo que siente la comunidad, destacando incidentes en Camarillo y Oxnard donde personas han muerto o han sido maltratadas. Enfatizó que los campesinos se levantan a las 3 o 4 de la mañana para trabajar la tierra y producir alimentos, y que si ellos paran, no habría comida ni restaurantes. Hizo un llamado a la unidad y la resistencia pacífica, pidiendo un “camino a la ciudadanía para más de 11 millones de personas”. Su clamor por una “huelga general de puros trabajadores esenciales” resonó con fuerza.
- Asunción Ponce Espinoza, con 32 años de trabajo en los campos, compartió la injusticia de no haber recibido compensación al enfermarse de COVID-19 y la dureza de las condiciones laborales, con temperaturas extremas y presión para rendir. Exigió la ciudadanía para quienes han estado “en la sombra” por décadas y apoyó la idea de un boicot a los rancheros, sugiriendo “tres días de no comprarles nada”. Relató no haber podido asistir a los funerales de sus padres y amigos en México debido a su situación migratoria.
- Lurdes Cárdenas, con más de 22 años en el campo, recordó sus luchas por el tiempo extra y los derechos sindicales. Subrayó que los campesinos nunca han dejado de trabajar, incluso buscando empleos adicionales para pagar sus deudas. Instó a todos a unirse al paro laboral del 16, 17 y 18 de julio para defender sus derechos y ser valorados.
- Gabriel, un trabajador del campo que llegó a Estados Unidos en 1990 a los 16 años, compartió su experiencia como “profesional del campo” y exhibió sus comprobantes de pago de impuestos, acumulados durante 19 años sin obtener derechos ni un camino a la ciudadanía. Denunció la violación de derechos humanos, las desapariciones y la brutalidad con la que las autoridades entran a los campos. Hizo un emotivo llamado a la conciencia, recordando que ha visto a compañeros morir en el campo, incluso durante la pandemia, sin recibir apoyo o reconocimiento más allá de ser llamados “esenciales”. Dijo que los trabajadores perderían 300 dólares por no ir a trabajar en los tres días de paro, para las corporaciones serán millones.
- Flor Martínez Zaragoza, nieta de un brasero, trabajadora infantil y beneficiaria de DACA, se identificó como mujer indígena, un pueblo que ha vivido una “ocupación de 500 años” y ahora es criminalizado. Anunció una “pausa laboral nacional” y un “boicot de todas las compañías que se benefician de nuestro trabajo apoyando estas políticas que dividen a las familias”. Exigió una “senda a la ciudadanía para todos los indocumentados” y el fin de las redadas. Recalcó que al comprar frutas o vegetales, se tiene en las manos “la historia, el sudor y el sufrimiento de un trabajador agrícola muy probablemente un obrero indocumentado y explotado”. Mencionó que la retórica sobre automatización busca hacer a los trabajadores “prescindibles”.
- Susy Placencia, hija de inmigrantes mexicanos, extendió la solidaridad a los trabajadores del cannabis, muchos de ellos indocumentados, que son la base de una industria multimillonaria pero carecen de protección. Denunció la muerte de Jaime Alanís durante una redada en Glasshouse Farms y exigió a la empresa apoyo financiero para la familia, transparencia en la ayuda legal a los detenidos y que use su influencia para abogar por una reforma migratoria.
- Michelle reforzó el mensaje del boicot a empresas antiinmigrantes que han financiado a Donald Trump, nombrando a JBS, Mountaire Farms, Koch Foods y Tyson Foods, acusándolas de explotar trabajadores y crear condiciones inseguras.
- Antonio Perales, el Mitote Migrante, hizo un llamado a la fuerza laboral de todo Estados Unidos, incluyendo a las uniones y la comunidad LGBTQ+, a unirse al movimiento. Presentó una canción que compuso, “El himno nacional de los campesinos”, que describe a los migrantes como “la salsa de la economía” y “quienes le dan el sabor a este país”, pidiendo conciencia sobre la “sangre” y las “violaciones a los derechos humanos” que manchan los alimentos.
La Respuesta Comunitaria y las Demandas Clave Los oradores enfatizaron que las redadas indiscriminadas y la persecución han fracturado a sus comunidades, dejando a niños sin padres y sumiendo a las familias en un dolor inmenso. Ante esta situación, las demandas y acciones propuestas incluyen:
- Pausa Laboral Nacional: Un paro de tres días (16, 17 y 18 de julio) para los trabajadores del campo, con la invitación a que otros trabajadores se solidaricen y se unan a esta huelga general.
- Boicot Dirigido: No comprar productos de las compañías que se benefician de las políticas antiinmigrantes y que han financiado a figuras como Donald Trump. También se hizo un llamado a no hacer compras en supermercados durante los días del paro para ejercer presión.
- Camino a la Ciudadanía: La exigencia de una legalización justa y un camino a la ciudadanía para los 11 millones de indocumentados que viven en el país.
- Cese a las Redadas: Poner fin a las detenciones y deportaciones arbitrarias, consideradas una “política de terrorismo”.
- Defensa de los Derechos Humanos: Asegurar que se respeten los derechos de todos los migrantes, incluidos los casos de violencia obstétrica contra mujeres embarazadas detenidas.
- Apoyo Consular Activo: Se reconoció el trabajo del consulado de México en Los Ángeles en la digitalización de trámites, facilitación del menaje de casa (ahora gratuito y en línea) y el programa “México Te Abraza”, que extiende apoyo económico y social a connacionales deportados, incluso si se repatrian voluntariamente. Sin embargo, se señaló la necesidad de mejorar la atención en ventanillas, reducir los tiempos de espera y asegurar un trato humano.
El movimiento de los campesinos y sus aliados es un claro mensaje de que la comunidad migrante está organizada y no se quedará en silencio, buscando un futuro de dignidad y respeto para todos.